Análisis / Argentina y el mundo en su encrucijada

A punto de ejercer su derecho al voto, el pueblo argentino también tiene la obligación de elegir su futuro, pero pensándolo previamente. Ante la remanida pregunta de “¿qué podría ser peor que la actual situación?” La respuesta sería: “muchas cosas”.

 

En momentos de redactar estas líneas, tanto la Argentina, como el mundo en general – aunque por diferentes razones- , se encuentran inmersos en situaciones conmocionantes.

El deterioro económico creciente, escalando a niveles que recuerdan las peores crisis vividas en las últimas décadas, golpea a la sociedad argentina en sus cimientos no solo económicos sino sociales e institucionales.

El fantasma de otra hiperinflación acaba de incorporarse a la campaña electoral, en la que el candidato libertario lanzó varias alarmas antes y después del segundo debate televisivo, a partir de las que, como profecía auto cumplida, el llamado dólar blue cruzó la barrera de los $1000 aun antes de la difusión del 12,7% de inflación de septiembre último. 

Todo ello, en el marco de las medidas electoralistas del ministro candidato oficialista: un nuevo y desorbitado plan platita, el jubileo impositivo, dispendio de créditos y subsidios a granel (bienvenidos cuando se dispone de fondos, situación distante del estado de inanición de las arcas públicas) y que aumentan el déficit fiscal y  la emisión de pesos,  además de una deuda por importaciones impagas de US$20.000 millones, reflejo de la absoluta inexistencia de reservas internacionales. 

Todas estas medidas tendrán sus consecuencias mucho más allá de la finalización del actual período gubernamental, comprometiendo seriamente la próxima gestión.

Por su parte,  han desaparecido de escena las dos máximas figuras del Poder Ejecutivo. 

Su titular en un periplo de viajes por el mundo, lejos del insalubre clima argentino, y su reemplazante refugiada en sus lares patagónicos,  envuelta en  su silencio habitual cuando la situación es desfavorable,  con una aparente concentración en sus problemas judiciales y  en la designación de jueces militantes. 

A su vez,  el país ostenta un piso de pobreza de 40,1% (56,2% en la población más joven) en los 31 principales aglomerados urbanos del país, que abarca a 19 millones de pobres y 3,8 millones de indigentes, que constituyen las principales víctimas del actual proceso inflacionario y de una potencial  hiperinflación que podría  aumentar dramáticamente esas cifras. 

Mientras tanto, en el orden internacional, el mundo todo observa con creciente angustia, un nuevo conflicto bélico, centrado en Medio Oriente, con escenas de salvajismo y brutalidad poco comunes, comprometiendo la vida y la paz de una de las naciones, faro de luz en esa zona, como es Israel.

En este caso, la iniciativa bélica ha sido ejecutada por un grupo terrorista fundamentalista, en una invasión de violencia indescriptible.

No es común en estas columnas abordar esta temática, pero permítaseme expresar el dolor, la angustia, y la solidaridad con el pueblo de Israel.

No obstante, resultan particularmente remarcables, algunos aspectos que conectan la situación nacional, con el profundo drama bélico.

En este último caso, la acción es ejecutada por terroristas que se adscriben a un grupo fundamentalista, que como tal, exhibe las siguientes características: 

– Un relato, adecuado a su pensamiento, y alejado de la realidad.

– La creación de un enemigo a quien odiar, castigar o vencer.

– Acatamiento fanatizado a las jefaturas verticalistas, enfatizando (y/o deificando) el rol de sus conductores o jefes.

Por otra parte, y tal como se ha expresado reiteradamente en estas columnas, esa configuración está curiosamente presente en el populismo vernáculo, que ha asolado el país en las últimas largas décadas, con muy breves interregnos democráticos, (estos últimos saboteados permanentemente hasta precipitar su desaparición en algunos casos): relato, creación de un enemigo a quien vencer, fanatismo y liderazgo absoluto.

Paradójicamente, las mismas características se pueden encontrar en el sector político aparentemente antipódico como es el partido autodenominado libertario:

– Relato expresado en consignas sin fundamentación (dolarización, motosierra, destrucción de la banca central, etc.) alguna de las cuales carecen casi de precedentes en todo el planeta).

– Un enemigo enmarcado en la casta, término no acabadamente definido en cuanto a su alcance y, también, a quienes en la actualidad, constituyen algunos de sus candidatos y laderos.

– Un líder absoluto, que se constituye en un casi excluyente vocero.

El país se enfrenta el 22 de octubre a un acto decisorio para su vida democrática e institucional actual, y fundamentalmente hacia su devenir. 

Le corresponde al pueblo argentino ejercer su derecho, y también su obligación, de elegir su futuro pensativamente, desoyendo los cantos de sirena fundamentalistas, o apelando a la remanida frase “qué podría ser peor que la actual situación” que tiene una triste respuesta: “siempre se puede agudizar la escala descendente. La historia mundial, pasada y actual, y los propios infortunios locales, así lo señalan.”

Piensen los argentinos en el momento de su voto. Simplemente eso. Reflexionen y participen.

La salida de la encrucijada también está en sus manos. Que así sea.