Las críticas y las formas

La reciente expulsión del Subsecretario de Deportes de la Nación, así como los recientes desplazamientos en el equipo gubernamental, dieron lugar a comentarios periodísticos aún más allá de los casos específicos, asomándose al debate sobre el derecho a opinar críticamente por parte de quienes integran el elenco oficial.

No existen evidencias objetivas que indiquen que está prohibido hacerlo hacia el interior del gobierno. De hecho, resulta altamente esperable que ante la complejidad de la tarea gigantesca que asumió, puedan y deban existir visiones diferentes e incluso contrapuestas. La cuestión estriba en el ámbito.

Si la crítica se expresa hacia el interior del equipo de gobierno (evento necesario), tales informaciones periodísticas resultarían, al menos, erradas. Existiría, y es de esperar que así sea, la posibilidad de opinar en contrario en el adentro.

En cambio, hacer públicas las disidencias que pudieran suscitarse podría ser inoportuno, al menos, mientras se esté integrando un equipo de trabajo.

De desear hacerlo, no obstante, se podría imponer dar un paso al costado, y allí sí, expresar con toda claridad, las opiniones personales, libremente. Estando en el afuera. Cuando ya no se es parte.

Dilucidar estas cuestiones contribuiría a despejar las dudas que se proyectan desde comentarios periodísticos, sobre un supuesto amordazamiento oficial respecto a divergencias de opinión.

No resulta equivalente, si se efectúan desde el adentro o desde el afuera.

Otra cuestión que se observa en la actual realidad argentina tiene que ver con las características particulares del presidente de la Nación, dueño de un estilo muy particular, disruptivo e innovador, que lo ha hecho acreedor a numerosas críticas.

En este caso, cabría separar con más precisión el fondo de las formas.

Respecto a estas últimas, resulta evidente que el nuevo estilo gubernamental ha despertado numerosas críticas, muchas de ellas totalmente justificadas.

En cuanto al fondo de la gestión, las modificaciones estructurales, tanto en el orden económico como en el institucional y político:

  • Ley Bases
  • paquete fiscal
  • propuestas de cambios en los sistemas electivos, sea boleta de papel, eliminación de las inútiles PASO
  • proyectos en materia de legislación laboral
  • eliminación de leyes inútiles y amplia desregulación.

Entre tantas otras, constituyen un conjunto de disposiciones que con el tiempo podrían mostrar un país emergiendo del atraso y del oscurantismo al que lo han llevado conducciones populistas y demagógicas a lo largo de las últimas décadas.

Un dato no menor es la sorprendente, para muchos, contención de la inflación en pocos meses, así como el paulatino regreso a la normalidad de las finanzas públicas, destruidas por el anterior régimen.

Estos logros forman parte del fondo de la conducción gubernamental. Su esencia.

Las formas, las modalidades en que se desenvuelve la gestión presidencial, que ofrece numerosos flancos de crítica, desde su irascibilidad, excentricidad, poca tolerancia, que hasta han llevado a generar conflictos diplomáticos que poco favor le hacen al país, sería deseable que pudieran ser al menos suavizadas.

No obstante, en este contexto, le cabe a la población evaluar si prefiere la continuidad de la Argentina del ayer, languideciente y sumida en el atraso, o mantener la esperanza de que las transformaciones de fondo fructifiquen.

Quien esto reflexiona opina que es preferible continuar con la posibilidad de emerger como un país que merezca ser vivido, aun a pesar de no coincidir con las formas.

¡Suerte Señor Presidente!