Un presente desesperanzado

La Argentina tiene un futuro potencial excepcional. A manera de breves ejemplos, además de los productos del  agro, demandados por el mundo, los expertos  estiman que en 2030, la Argentina podría estar duplicando los 630 mil barriles de petróleo actuales, que supondría posibles  exportaciones anuales por US$ 19 mil millones.

Respecto al litio, la Argentina produce en la actualidad 600 mil toneladas de carbonato de litio equivalente, que puede crecer a 1,5 millones de toneladas en el corto plazo. (La Nación 30-4-23).

Todo este futuro promisorio se podría concretar solamente con una política nacional que privilegie la actividad productiva, la inversión privada y donde el desarrollo de infraestructura es clave: caminos, redes eléctricas, gas, comunicaciones. Factores críticos, lamentablemente  muy distantes, en el marco del presente penoso que ha generado en la mayoría de la población, agobio, tristeza y sobre todo desaliento y desesperanza.

Es en esta circunstancia, que la ciudadanía se enfrenta nuevamente a un proceso electoral poblado de los tradicionales vicios característicos de los gobiernos populistas, desde inauguraciones reiteradas, regalos bochornosos (heladeras, bicicletas, cumpleaños de 15, dinero en efectivo), hasta promesas ilusorias y carencia de propuestas factibles, más allá de vagas generalizaciones.

Un factor adicional lo constituye un internismo exacerbado, ante la mirada de la población que espera, quizás vanamente, que se tengan en cuenta sus reales angustias.

En este contexto, los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires (al igual que en otras ciudades del interior), quizás podrían apreciar con mejores ojos, el tratamiento y la solución de algunos problemas cotidianos, tal como los que, a título de ejemplo,   se plantean a  continuación:

*Estado lamentable de las veredas. Se observa en estos tiempos una actividad mayor para repararlas. No obstante, no sería posible que Buenos Aires tenga veredas con simple alisado de cemento, tal cual lo exhibe Nueva York? Solución sencilla, rápida y por supuesto mucho más económica.

*Horario de carga y descarga: nuevamente el tránsito en determinadas horas se ha vuelto muy complicado. Existiendo un horario para las operaciones de carga y descarga, incumplido, las autoridades deberían, a través de multas, secuestros de vehículos y retiro de licencias de conducir, hacer cumplir las disposiciones existentes. Al igual que con los automóviles en doble fila estacionados. Esto no requiere nuevas ordenanzas. Simplemente actuar.

*Ciclistas: afortunadamente se ha multiplicado la utilización de la bicicleta como medio de transporte, o por deporte. La Ciudad de Buenos Aires ha desplegado, afortunadamente, numerosas ciclovías al efecto, ubicándose en tal sentido como una moderna urbe. No obstante, se torna imprescindible que se cumplan las disposiciones respecto a la seguridad. Sería necesario que en todos los casos, se cumpla con aquellas que obligan al uso del casco reglamentario, y de la iluminación (ojos de gato) del rodado, imprescindible en el tránsito nocturno. Son escasos quienes cumplen esta normativa. Está en la Policía de la Ciudad tomar las medidas para su efectivización.

*Motocicletas: es noticia cotidiana el robo de motos y su utilización para cometer todo tipo de delitos. La disposición de exhibir la matrícula del rodado en los obligatorios chalecos y cascos en la práctica no se cumple. ¿Podrá la Policía de la Ciudad poner manos a la obra en este aspecto?

Automóviles con chapas patente adulteradas a efectos de dificultar su reconocimiento: cada vez más numerosos. Imprescindible el secuestro de vehículos en esas condiciones.

Finalmente, los habitantes de la Capital Federal, seguramente estarán complacidos por la reciente eliminación del impuesto local sobre los consumos con tarjetas. No obstante, quizás hubiera sido mejor no haberlos decretado originalmente, o derogarlos con mayor antelación a los actos electorales.

 

Suena suspicaz y algo parecido, por la oportunidad,  al reparto de heladeras en el Conurbano.