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Los preocupantes sucesos ocurridos el último martes 22 de agosto en diversos puntos del país, temerariamente atribuidos por la vocera presidencial a la oposición, podrían constituir, en alguna medida, la concreción de una profecía autocumplida, por la cual personeros del actual oficialismo, sembraban ya con anterioridad, la semilla de un clima de violencia, hasta ese momento ausente, tales como:
“…Si lo que la oposición dice es lo que va a hacer, esto solo se cierra con represión. Van a tener muertos, van a tener sangre” (Ministro de Seguridad de la Nación)
“Si tocan a Cristina, vuelan todos en pedacitos” ( Daniel Menéndez, Barrios de Pie)
“todo lo que dice la oposición va a ser con derramamiento de sangre porque es insostenible” ( Gobernador Gildo Insfrán)
“Si Cristina va presa, correrán ríos de sangre”(Gregorio Dalbón, abogado de la vicepresidente)
“Que vengan que la vamos a pelear y, en un año y medio, se van en helicóptero”.(Juan Grabois)
“La derecha está dispuesta a asesinar gente” (Gobernador Axel Kicillof)
A partir de las ineficaces medidas devaluatorias, decididas culminado el reciente acto electoral, estalló un alud de obvias remarcaciones de precios, a la par que emergieron lamentables ataques a supermercados y comercios, mientras distintos gremios motorizaban reclamos de ajuste salarial, por caso el camionero, de un explosivo 140 por ciento de aumento, entre otros.
A la vez que el ministro de economía y presidente en ejercicio virtual, acudía a un enésimo encuentro con el FMI para mendigar un nuevo acuerdo, que consiste simplemente en procrastinar las obligaciones del país ante el organismo, el cuadro resulta lamentable:
-La industria continúa padeciendo la dificultad, cuando no la imposibilidad de importar, dada la carencia de dólares, los insumos imprescindibles para el desarrollo de su producción.
-El comercio ante la duda entre no vender o hacerlo ante la incertidumbre de no contar, en muchos casos, con precios de reposición superiores a sus valores de venta.
-La población, azotada por el estallido inflacionario que la obliga a huir de los pesos, y con crecientes dificultades para subvenir a sus necesidades básicas.
Un ejemplo no menor de las políticas populistas que aparentan favorecer a amplios sectores, cuando su resultante es llevarlos a perjuicios superiores, lo constituye la desastrosa ley de alquileres vigente, sancionada por el gobierno K en el año 2020, que ha determinado la desaparición en la práctica de oferta de locaciones, o en su caso precios exorbitantes.
Este es el contexto que ha llevado a los argentinos a un estado oscilante entre la angustia, la resignación, la impotencia y el descreimiento respecto a las instituciones, confluyendo en un nivel sin precedentes de deserción en los actos electorales, que a su vez permite habilitar la emergencia de hechiceros mesiánicos profetizadores de aquellos males que habrá de combatir, sin explicitar el cómo ni el tiempo.
Casi como un retrato de la situación nacional y de la perspectiva riesgosa que la actual realidad genera, resulta apropiada la siguiente descripción:
“La política populista implica un pensamiento mágico. Creer que un líder fuerte, que rezuma desprecio por el proceso democrático, una retorica fragmentaria, poco respeto a la verdad o a sus propias declaraciones, ignorancia de los convencionalismos tradicionales de la política, que apela directamente al pueblo, culpa de la situación de la nación a un grupo concreto. Eso es pensamiento mágico. ..Pero a medida que se va descubriendo que los problemas son más profundos y espinosos de lo que se creía, los lideres populistas tienen que buscar chivos expiatorios para culparlos de su fracaso, y ahí es cuando se desata el torbellino del autoritarismo, suprimiendo derechos, justicia y libertad.” (Jonathan Sacks Moralidad, Pg.131).
Lamentable realidad: promesas incumplidas, decepción, hartazgo, violencia consecuente constituyen algunas de sus facetas.
Supone además, la generación del huevo de la serpiente, que ya en otras latitudes y otras épocas, ha conducido a pueblos seducidos por cantos de sirena, a otras realidades, en muchos casos, sideralmente más violentas.
Resulta siempre imprescindible tenerlo en cuenta, y en especial, en el próximo acto electoral.
Antes que sea tarde, o peor.
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