El 25 de Mayo era un día de fiesta

En los calendarios nacionales resulta usual encontrar bajo la mención de la fecha: 25 de mayo, aquella de “Fiesta Patria”.

La actualidad, empero, no ofrece margen para demasiados festejos.

En  otros tiempos, los argentinos pudieron con mayor alegría compartir esta fecha señera, punto de partida de un joven país, que en 1810 se animó a definir que quería ser independiente  de la corona española, proclamando en el continente  americano los primeros reclamos de libertad.

Si bien entre los factores que motorizaron la Revolución de Mayo tuvieron relevancia las ideas de los pensadores europeos de la Ilustración, así como los ejemplos independentistas de los colonos ingleses de América del Norte,  fue impulso fundamental la imposibilidad de comerciar con el mundo, a causa del monopolio comercial vigente hasta esa época, esto es la búsqueda de libertad.

Se encendió la llama de la emancipación. El deseo de recuperar los derechos básicos de los habitantes, el reclamo de eliminación, ya en esa época, de un cepo.

A más de dos siglos de esa gesta, también en la actualidad los argentinos están padeciendo, sufrimiento del  que no es ajeno otro 25 de mayo, en este caso, el del año 2003, fecha en la que asumió como presidente de la Nación, el Dr. Néstor Kirchner, quien desde el principio de su gobierno, apoyado en la construcción de un relato (rasgo común en los populismos), las regulaciones y las restricciones, privilegió el papel del Estado en la economía. Esto se vio, por ejemplo, en la rápida estatización del sistema jubilatorio, así como, por ejemplo, Aerolíneas Argentinas, Correo Argentino, Enarsa, AySA, entre otras, cargas crecientes y profundas en el erario nacional, no solo en cuanto a su economía deficitaria, sino también en lo que respecta a su ineficiencia y al bloqueo del acceso de la actividad privada en las áreas de sus respectivas gestiones.

A pesar que  los primeros años del kirchnerismo se desarrollaron en un contexto mundial de fuerte crecimiento económico: el famoso “viento de cola”, favorecido por el precio récord de materias primas, la baja de las tasas de interés y la afluencia de capitales a nivel internacional, estos factores no fueron  aprovechados para crear fondos anticíclicos, como ocurrió en otros países del continente.

A su vez no fueron menores algunos jalones del lamentable período K, entre ellos:

  • Polarización de la sociedad argentina, construyendo la ya difícil de superar grieta social.
  • Deterioro en el sistema educativo, cooptado por los anacronismos sindicales.
  • Cuantiosos y demagógicos subsidios al transporte y la energía, generadores de un fuerte déficit fiscal.
  • Regulaciones crecientes, restricciones a la compra de divisas, “cepo al dólar”, al igual que a las importaciones que afectan a numerosos  sectores, los que a su vez impiden aliviar la creciente desocupación.
  • Índices de pobreza, inflación y desocupación inéditos, creciente clima de inseguridad, ausencia de las fuerzas del orden para asegurar el libre desplazamiento de la población, que se suman a las denuncias y los procesos por corrupción, algunos con penas ya dictadas.
  • Vuelco en la política exterior argentina, priorizando el relacionamiento  con los gobiernos más discutidos del continente (Cuba, Venezuela, Nicaragua) y por su acercamiento al régimen iraní que dejó a Argentina más aislada del mundo.
  • Absurdo conflicto con el vecino Uruguay, oponiéndose a las pasteras (que podían haber sido instaladas en la Argentina, generando puestos de trabajo y excedentes para la exportación).
  • Frecuentes enfrentamientos del Poder Ejecutivo con el Poder Judicial, sumado al desgaste sufrido por el Poder Legislativo, más los intentos de condicionamiento a la prensa libre, que constituyen muestra de un deterioro institucional inédito.

En este nuevo aniversario, los argentinos, herederos de los criollos de 1810, deberían concientizarse sobre la imperiosidad de recuperar, imitando la gesta maya, la vigencia plena de la libertad y las instituciones, exenta de tutelas, sean foráneas o locales.

Y también, ejerciendo su inalienable derecho a elegir libremente:votando.

Que así sea.