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Read MoreEcos del 1º de marzo y el camino del cambio posible
Fue un 1º de marzo
diferente. El esperado discurso
del Presidente se concretó como hace mucho tiempo no ocurre,
también en un marco distinto, tanto en lo relativo a la hora de inicio, como en
su escenografía, y fundamentalmente en sus repercusiones y expectativas subsecuentes.
Luego de intensos 73 minutos de alocución, estalló en el recinto
una fuerte aclamación de
quienes coinciden, un estruendoso
silencio opositor símbolo del aturdimiento que les provocó, y
fundamentalmente una atención popular que llevó a la transmisión televisiva a
marcar inéditos 51 puntos de rating, en paridad con la visualización que
mereció la final del Mundial de futbol.
Una exposición presidencial que describió el ruinoso panorama en que se encuentra el país, enumeró los logros
conseguidos en sus poco más de 80 días al frente de la gestión, y
fundamentalmente mencionó que enviará al Congreso un paquete de leyes
promisorias, entre ellas:
– obligación a los sindicatos a elegir sus autoridades a través de
elecciones periódicas, libres y supervisadas por la Justicia Electoral, con un
límite temporal a sus mandatos;
– posibilidad de convenios colectivos específicos que realicen en asociación
libre los trabajadores de una empresa o grupo de empresas primando sobre los
convenios colectivos del sector;
– “ficha limpia”. El Presidente propondrá al Congreso que las personas
condenadas por corrupción en segunda instancia no puedan presentarse como candidatos
en elecciones nacionales;
– todo exfuncionario público con condena firme en segunda instancia por
delitos de corrupción debería perder automáticamente, según esta
iniciativa, cualquier beneficio que
tenga por haber sido funcionario;
-reducción drástica de la cantidad de asesores en el Congreso;
– descuento del sueldo por las jornadas no trabajadas a los empleados del
Estado por motivo de paro.
No obstante, quizás con similar o superior relevancia, sobresalieron en
el discurso las menciones a las reformas que propuso el Presidente para firmar
lo que llamó el “Pacto de Mayo”,
con diez políticas de Estado tales
como inviolabilidad de la propiedad privada; equilibrio fiscal; reducción del
gasto público al 25 % del PIB; reforma tributaria que reduzca la presión
impositiva; nueva coparticipación; avanzar en la explotación de los recursos
naturales; reforma laboral; reforma previsional; reforma política; y apertura
del comercio internacional para la Argentina.
Además, de concretarse este acuerdo, se anunció el envío al
Congreso de otra serie de iniciativas,
las que aun a pesar de ser hasta el momento actual solo proyectos, ya conforman
de por sí, la posibilidad de un país
diferente, quizás el soñado por muchos, en el sentido de poder habitar
en una república con vigencia
plena de las instituciones y de los derechos y deberes básicos,
comunes a toda sociedad civilizada.
En este caso, la distancia
entre la Argentina que puede ser, y la vivida hasta el 9 de diciembre último,
podría ser enorme. En este contexto, resulta promisoria la actitud de
varios gobernadores provinciales que de inmediato expresaron su aceptación a la
propuesta presidencial. Alguno muy gráficamente señaló: “La convocatoria
del presidente es música para nuestros oídos”.
Quizás esté en lo cierto el Presidente, cuando afirmaba que los
argentinos “la están empezando a ver”, al comentar una reciente encuesta en la
que el registro de una mejora en las expectativas
económicas y en la imagen
positiva presidencial es compartido por màs de la mitad de la
población relevada.
Para que esa expectativa se sostenga y reafirme, resulta imprescindible
que la lucha contra la inflación consolide su descenso, y que la resiliencia de
los sufridos argentinos para atravesar la durísima etapa que està viviendo el
país se mantenga en alto nivel.
Constituye, seguramente, un costo muy duro, pero el premio de la posibilidad de dejar atrás una desgraciada etapa de
la vida argentina, lo
justifica. Persistir en el camino del cambio emprendido, además de abonar la
esperanza, constituye una única alternativa, para una gran parte de los
argentinos. Que así sea.
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