Jugando a la ruleta rusa… con el país

En el escenario bélico europeo, Argentina vuelve a ser el granero del mundo, con posibilidades de seguir creciendo en exportaciones y alimentar al mundo. También tiene viento, sol, litio y cobre para autoabastecerse y exportar energía al mundo. ¿Para qué volver atrás?

Desde la infausta fecha del día 7 de marzo, ocasión en que el Senado de la Nación rechazó el DNU presidencial, se han acrecentado actitudes de acérrima oposición al Gobierno Nacional, materializadas no sólo por las expresiones opositoras desde diversas vertientes, sino por una eclosión de piquetes, marchas, bloqueos y expresiones agraviantes.

Estas últimas, llegando al extremo de predicar lisa y llanamente proyectos de destitución.

Si no existieran intereses económicos y políticos de toda índole para impulsar la aceleración de esta tendencia, para el pensamiento de muchos, incluido  para quien da cuerpo a estas líneas, supone  una actitud incomprensible.

¿La pregunta es para qué se intenta detener el único proceso de cambio de las últimas décadas?  ¿Para regresar a lo anterior? ¿Para sostener el ejército de pobres alimentados con planes sociales, generadores a su vez de estampida inflacionaria?

O quizás para poblar el sistema jubilatorio con aquellos que no han pagado un solo peso, con obvios intereses electorales, pero a costa de desfinanciar y destruir las bases de sostenibilidad del sistema que genuinamente debe atender a quienes en su vida activa generaron con sus ahorros la masa que financie las jubilaciones. Las irresponsables moratorias casi duplicaron la cantidad de beneficiarios en un sistema donde solo aportan 8 millones de trabajadores para sostener a 6 millones de pasivos.

¿Volver a lo anterior atentando contra la empresa privada, poblándola de regulaciones, y desalentando en los hechos la contratación de personal, por la subsistencia de leyes laborales perimidas?

¿Volver para qué? Para emitir inconsistentemente, queriendo a su vez ocultar la inevitable inflación, ¿impidiendo en forma absurda imprimir billetes de mayor denominación que la equivalente a dos dólares?

Simplemente recordar cómo el kirchnerismo realizó un raid de demolición institucional, donde se estatizaron empresas privatizadas, se incautaron los fondos de las AFJP (2008) mientras se vació el Fondo de Garantía. Se expropió YPF sin cumplir con su estatuto (lo que quizás nos cueste 16 mil millones de dólares),  se reestructuró mal la deuda pública y se distorsionaron los índices del INDEC, se controlaron precios, tarifas, peajes, alquileres, internet, telefonía celular y prepagas, además de prohibirse exportaciones. Se creó un cepo cambiario dejando al país sin reservas, con daño a la producción rural e industrial.

En paralelo, se consintieron ocupaciones de campos, tomas de fábricas, bloqueos de camioneros, liberaciones de presos, usurpaciones de tierras, roturas de silobolsas, intrusiones de viviendas, cortes de rutas y saqueos de comercios. Y tampoco se evitó el auge del narcotráfico ni la corrupción policial. ¿Volver a esto?

Tampoco es ajena la prédica contra el cambio, en algunos casos larvada, de muy importantes dignatarios eclesiales. ¿Cómo se explican, a menos de 100 días de gobierno, 2 paros generales, y huelgas en los servicios que el DNU proponía declarar como esenciales (transporte, educación, justicia)?

En este contexto, cuesta encontrar antecedentes de rechazos legislativos de DNU en la historia reciente.

El Congreso alberga 136 decretos de necesidad y urgencia que no fueron tratados en la comisión bicameral. El  presidente saliente firmó en total 178 decretos de necesidad y urgencia, muchos de los cuales ni siquiera pasaron por esa comisión. 

En tanto, no resultan demasiado discutibles los principales postulados del DNU rechazado en el Senado: reforma fiscal, de la justicia, lucha contra la corrupción, prohibición de emisión espuria, reforma laboral,  declaración de esencialidad a los servicios básicos, defensa de la propiedad privada, y fundamentalmente, el afianzamiento de la seguridad jurídica, entre otros.

No obstante, el Gobierno no está exento de errores y actitudes muy cuestionables. Simplemente para mencionarlo por su valor simbólico, resulta condenable la idea de borrar del panteón heroico a Raúl Alfonsín, fundador de la democracia moderna republicana en la Argentina y el que impulsó los históricos juicios a las Juntas Militares.

La Argentina se encuentra en una coyuntura histórica. De fracasar este intento de cambio, la continuidad del actual escenario contribuirá a acelerar la emigración, no solo de las principales empresas, sino de los jóvenes argentinos deseosos de encontrar un futuro sustentable para sus vidas.

De consolidarse el cambio, superando sus varios y reales errores, el país enfrenta una oportunidad histórica. 

Al decir de quienes lo observan desde el exterior se avizora que la Argentina forma parte junto con sus vecinos de un real granero del mundo, máxime teniendo en cuenta el escenario bélico europeo, con la posibilidad concreta de seguir creciendo en exportaciones y alimentar al mundo.  A su vez el país tiene viento, sol, litio y cobre, todo lo necesario para poder autoabastecerse y proveer al mundo de energía.

En este contexto, vale reiterar la pregunta: ¿asumir el cambio posible (aun con los costos que este camino implica) o volver al oscurantismo y atraso?

Por supuesto, que no hay terapéutica sin costos, pero la alternativa resulta obvia. Más de la mitad de los argentinos, se pronunciaron por el cambio.

Habrá que persistir.

¡Suerte Señor Presidente!