“El fundamentalismo es una infección muy difícil de curar. Es como las epidemias que se hacen endémicas….A pesar de las patadas en el c…, de las distancias, de las ilusiones perdidas, de los cuentos que nos metieron y nos meten, de las promesas que se hicieron polvo en el viento, nos merecemos unas vacaciones de todo lo feo, lo malo, lo perverso, de la tristeza que nos persigue, de la realidad de lo que no hay, de lo que se acabó, ….nos merecemos ser felices….¨ Estas afirmaciones no reflejaban, como se podría inferir, la persistente tragedia nacional, sino la referencia que hacia un cubano notable, retratando el acontecer de su propio país, a la vez que exhibia las consecuencias que en cualquier punto del universo acarrean los regímenes populistas preñados de consignas fundamentalistas.(Libro “Personas decentes”. Leonardo Padura. 2022)
Asi también está la Argentina. Un presente agobiante, un pasado no menos ingrato, y sobre todo un futuro al que cuesta imaginar con esperanzas de mejora.
La realidad ha exhibido en los últimos días, un escenario de enfrentamientos en los principales estamentos institucionales: la reciente Asamblea Legislativa mostró dramáticamente un aspecto del camino hacia la disolución institucional, materializado en los enfrentamientos de los tres poderes del Estado.
En esa fundamental ceremonia del sistema político, el Presidente atacó humillantemente a la Corte, -que a su vez tiene en sus manos el futuro judicial de la vicepresidente- .
En el mismo discurso, y antes que reseñar algún plan que pudiera proyectar un poco de esperanza, luego de un balance económico imaginario, embistió contra los opositores, -a quienes simultáneamente convocaba a la moderación- los que a su vez y desde el ámbito legislativo, solicitaban el juicio político al propio Presidente.
Mientras, en las afueras del Congreso, acólitos de sendas fracciones oficialistas colocaban carteles proclamando “Alberto2023”, mientras se tapaban similares que rezaban “Cristina 2023”!
Los basamentos de la institucionalidad republicana exhiben asó, las grietas que dividen a la sociedad argentina en su conjunto.
La oposición, con una ya desatada y ¿suicida? competencia interna, no le está brindando a la sociedad hastiada y descreída, el hálito de esperanza por el que está clamando, a la par que el surgimiento de alternativas extremas, contestatarias y carentes de propuestas, enciende una preocupante luz de alarma.
Por su parte la dirigencia en su conjunto se expresaba sobre una problemática propia, ajena a las necesidades de la gente, mientras la actualidad exhibía su propia dinámica. A las pocas horas del discurso presidencial, un incendio dejó sin luz a medio país y casi de inmediato un suceso puso en la portada de los principales medios periodísticos del mundo el ataque narco en Rosario contra un supermercado de la familia política de Lionel Messi, haciendo evidente con estridencia universal el estado de colapso de la seguridad en el país.
El futuro es muy preocupante. El umbral de tolerancia de la sociedad será muy escaso en un país que tiene al 40% de sus ciudadanos dentro de la pobreza y con un fuerte sentimiento anti política.
Por lo tanto, en caso de asumir la oposición, ante la perspectiva objetiva que habrá de contar con la resistencia de los gremios y los movimientos sociales, como lo marca la historia de las recientes décadas ¿será posible salir del cepo?, podrá viabilizarse el inevitable ajuste de la burocracia estatal?, como se podrá desarmar el increíble iceberg que supone los millones de planes sociales, que por fuera de su imposible financiación, constituyen un desaliento para la efectiva actividad productiva privada?, qué debería ocurrir con las tarifas de los servicios públicos en niveles presentes inexistentes en el mundo?, como hará el país para insertarse en el orden y el comercio internacional?
Son algunas de las cuestiones que, en las condiciones actuales, esperan encontrar las respuestas adecuadas que permitan trascender del clima descripto al inicio, no ya para Cuba, sino para la actual y triste Argentina.