Hace no màs de un mes, se dibujaba en estas columnas un cuadro, que de no ser tan dramático y casi insostenible, podría calificarse de aburrido por su persistencia en el tiempo:
– veloz inercia inflacionaria potenciando los riesgos de una espiralización
– agotamiento de las reservas de divisas augurando, (hecho que ya ha ocurrido) una estampida del tipo de cambio
– brecha cambiaria que alimenta su propia perversión, al incentivar la sobrefacturación de importaciones y el proceso inverso en las ventas al exterior, todos factores causantes de la falta de incentivos para la inversiòn
– carencia de gas en las escuelas e industrias en un país colmado de combustible en su subsuelo
– crisis por falta de gas oil con camiones parados a la vera de los caminos, cargados con cosecha, ganado en pie, o mercaderías en muchos casos perecedera
– riesgo país en niveles impensados
– tìtulos argentinos en las peores cotizaciones en el nivel internacional, incluso respecto de los denominados bonos basura
– industriales y productores rurales padeciendo su preocupación por la falta de insumos ante un nuevo cepo al dólar
– niveles record de pobreza e indigencia, , entre otros
En este contexto, mientras el gobierno nominal demostraba indiferencia por los reales conflictos del país, la vicepresidente en ejercicio no cesaba de exteriorizar su credo consistente en poner dinero en los bolsillos de sus acólitos como trànsito posible para un panorama màs optimista en vista a las elecciones del próximo año, minimizando expresamente la importancia del déficit fiscal, la emisión monetaria y el cumplimiento de los compromisos con el FMI.
El país vivió 30 horas de angustia, desde que se conociò la dimisión del ministro de economìa, hasta que según trascendió, luego de varios ofrecimientos rechazados, se concretò la designación de su reemplazante, cuyas iniciales declaraciones la exhibieron como una funcionaria realista, a tenor de las primeras medidas anunciadas, tales como racionar el gasto público, congelar designaciones en la administración pública, asi como su compromiso de cumplir el acuerdo que la Argentina firmó con el Fondo Monetario Internacional.
Estas propuestas, no obstante, activaron las contradicciones en el frente oficialista, (por ejemplo respecto a la descabellada propuesta del mal llamado “salario básico universal”), donde predominò la sorpresa por escuchar de boca de la nueva ministra, un rosario de medidas similares a las que condujeron fuera del gobierno a su antecesor Martín Guzmán.
En tanto, sigue ausente mención alguna respecto al único camino posible para salir de este derrotero hacia el iceberg al que se encamina el país, esto es un plan integral que genere credibilidad y confianza reafirmando la vigencia de la institucionalidad, proponiendo las necesarias reformas fiscal, previsional, laboral, entre otras, que incentiven la llegada de la inversión privada local y externa.
No obstante este difícil escenario, podría ser posible intentar vislumbrar, al menos, algunas posibles luces:
- La hipotètica mesura y racionalidad ( atento a las pocas medidas anunciadas) de la nueva ministra.
- La oposición, luego de meses de exhibirse lejos de la preocupación de los argentinos, ha intentado demostrar también estar en consonancia con las reales problemáticas de la hora, reafirmando una necesaria unidad, y desacelerando al menos visiblemente, la imprudentemente anticipada carrera de candidaturas.
- Y finalmente la población de a pie, otrora silenciosa, que con las marchas en todo el país del 9 de julio último y las demostraciones muy firmes del sector agrario, nuevamente ha dicho presente, aspecto esencial para la vigencia democrática en la Argentina.
Dèbiles factores aun, que no obstante, permiten alentar la expresión que dio inicio a estas líneas:
¿habrà margen para la esperanza? Muy limitado. Muy difícil.